Cuando estalla una crisis, ¿cómo encuentran los grupos de personas el camino de vuelta a la armonía? Un fascinante estudio de investigación israelí podría haber encontrado la respuesta, a través de la improbable combinación de violines, auriculares y ciencia de redes.
Dirigido por el profesor Moti Fridman de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Bar-Ilan, junto con el profesor Nir Davidson del Instituto Weizmann y el Dr. Elad Schneiderman del Technion, el equipo de investigación diseñó un experimento innovador que transformó a 16 violinistas en nodos en una red humana, ofreciendo una visión sin precedentes de cómo las sociedades se recuperan de la disrupción.
Desde los átomos hasta las galaxias, la sincronización es una fuerza fundamental en la naturaleza. En las redes humanas, da forma a todo, desde los chismes y las tendencias de moda hasta la difusión de teorías de conspiración, noticias falsas y enfermedades. Pero hasta hace poco, los científicos sabían sorprendentemente poco sobre cómo las complejas redes humanas superan las crisis y vuelven a la estabilidad, un factor crucial para adaptarse a desafíos como el cambio climático, la guerra o los eventos naturales extremos.
El experimento era engañosamente simple: cada violinista, separado por tabiques y equipado con violines eléctricos y auriculares, podía escucharse a sí mismo y solo a algunos de sus compañeros de reparto. ¿Su única instrucción? «Sincronizar. No importa si disminuyes la velocidad o si aceleras». Los investigadores controlaron tres variables: la conectividad (cuántas conexiones tenía cada nodo), el volumen del sonido y el retraso, es decir, el tiempo que transcurre entre el momento en que un violinista tocaba y otro lo escuchaba.
Lo que surgió fue fascinante. Cuando se enfrentaron a retrasos cada vez mayores, los violinistas no reaccionaron como predecirían los modelos de red tradicionales. En lugar de encontrar un término medio, exhibieron tres respuestas distintas: algunos mantuvieron obstinadamente su ritmo original, ignorando por completo a sus vecinos. Otros ralentizaron drásticamente su juego, luchando por sobrevivir en el estado inestable. Quizás lo más intrigante es que algunos simplemente renunciaron, una decisión que, contrariamente a la intuición, ayudó a la red restante a encontrar la estabilidad más fácilmente.
El profesor Fridman establece un paralelismo con las colonias de hormigas: «Al igual que las hormigas que encuentran comida, donde algunas se desvían del camino establecido para descubrir rutas más eficientes, las redes humanas tienen formas únicas de lograr la estabilidad», explica. Cuando no hay un director de orquesta, no hay una autoridad central, la gente encuentra sus propios caminos de regreso a la armonía, incluso si eso significa que algunos deben alejarse por completo».
Estos hallazgos arrojan luz sobre cómo funcionan los sistemas políticos y económicos, ofreciendo información sobre el surgimiento del liderazgo, la formación de alianzas y la difusión de información dentro de las redes. A medida que nuestro mundo lidia con la inestabilidad a nivel local, regional y global, la comprensión de estas dinámicas se vuelve cada vez más crucial.
El equipo de investigación aún no ha terminado. Ahora están investigando cómo surgen naturalmente los líderes dentro de las redes y explorando cómo se comportan las redes dinámicas y en constante cambio, preguntas que podrían remodelar nuestra comprensión de la cooperación y la resiliencia humanas en un mundo cada vez más conectado.